martes, 28 de febrero de 2017

Un "qué tal" con la mano. Una mirada de arriba a abajo. Un deseo escondido en el silencio. Una risa que hablaba. Un perfume que no recordás, pero reconocés. Un sabor que odiás, pero te falta. Todo junto era más de lo que podía esperar, una combinación mortal que solo quería probar y me envolvió en una adición sin vuelta atrás.

lunes, 27 de febrero de 2017

Cuando escuché la frase "hasta Lucifer fue un ángel alguna vez" entendí por qué me costaba tanto alejarme de vos, por qué tengo la necesidad constante de arreglar lo que está roto. Y no sé si me gusta lo malo, porque en algún momento fue bueno o si me gusta lo malo, porque me da algo en que pensar. 
La palabra justa, la acción corrompida y ya estoy de rodillas. No puedo luchar contra el infierno, siempre me pareció más atractivo que el cielo... Por eso me gusta tanto esto.

lunes, 20 de febrero de 2017

El ruido de afuera no se calla y buscás canciones sin letra para cantar en silencio. El ruido te molesta, pero las palabras no se callan. Las palabras te persiguen y te hacen marchitar. Te hablan y te hablan aunque vos no escuches nada, aunque lo que te digan te corte la piel como el invierno de ayer, aunque lo que te digan no hacés.
Seguís con tu melodía silenciosa, con tu melodía melancólica de los lunes por la tarde, resignando la vida en libertad y atándote a la vida de rutina; pero estas canciones sin letra pueden más, te dan aquello que te falta. Te dan el silencio en el sonido, el silencio en el grito, el silencio en el ruido. Te dan vida en la muerte. Te dan ganas de gritar lo que le falta decir... Lo que a vos te falta. Y por eso gritás. Gritás acá. Gritás en un papel que nunca nadie va a leer.

domingo, 12 de febrero de 2017

-"Truco" -"El envido está primero"

Había escuchado que el que no arriesga, no gana. También escuché que uno tiene que jugar para ganar; pero me detuve un minuto a pensar y me di cuenta que si no juego, no pierdo y que ganar no lo es todo. No, por lo menos, para mí. 
Mi vida, como el truco, es un juego de mentiras. Mentiras que creo. Mentiras que leo en los ojos de mi adversario. Mentiras que al escucharlas parecen reales y al reflexionarlas, no tanto.
Estúpida, siempre la misma estúpida que confía... Confía en su compañero que canta falta envido con 31. Estúpida, siempre la misma estúpida que cree que con el falso puede ganar, pero no... El ancho falso es una mentira tan grande como todas las que la estúpida cree cuando juega.
Y acá estamos otra vez, vos y yo, ya no somos cuatro, tampoco un truco gallo y sigo jugando con el uno de basto, el siete de oro y una sota*, que ni siquiera tiene la decencia de ser del mismo palo. "Nacidos para segundar" es lo único que puedo pensar.
Jugando para perder... Ya no sé si me divierte el juego y por eso llego otra vez a la conclusión de que el que no juega, no pierde. El que no juega no se cree las mentiras del otro. El que no juega no gana, pero tampoco se expone y ese es un buen lugar o, por lo menos, por ahora, lo es para mí.


*en mi opinión, esta palabra quedaría más linda con Z... Pero si la RAE dice que va con S, agacho la cabeza y me quedo con las ganas.

lunes, 6 de febrero de 2017

Creo, firmemente, que desde que sufrimos la primera pérdida en nuestras vidas, accionamos la primera dosis de anestesia. Un corazón roto duele de una manera que, estoy segura, muchos conocen. Recuerdo ese instante en el que se rompió el mío. Recuerdo las palabras exactas que pasaron por mi mente, la sensación; recuerdo absolutamente todo. Considero que cada día que uno sobrevive a partir de determinada pérdida, uno vive bajo anestesia, pero hay días en los que, simplemente, esa dosis no está.
"Recordad que el amor se graba en los corazones de todos aquellos que lo viven, pero, también, queda inmortalizado en el papel de aquellos cuyo corazón no es lo suficientemente fuerte para registrarlo."

Recuperé esta frase que escribí hace un par de años (25 de Octubre de 2013). Hoy me pregunto si escribo porque mi corazón no es fuerte. Si escribo porque mi corazón no puede lidiar con el amor o con la vida en general.
Me persigue la agonía de no poder enamorarme, de no permitirme caer en las trampas de cualquier mortal. Me sofoca, me atrapa, me envuelve, me satura, me cansa. Me persigue la agonía de no poder comenzar ni darle fin a las historias de no-amor que me sofocan, me envuelven, me saturan y me cansan.
No puedo. No entiendo. No me la juego. No vivo. Quizás sea eso.



Un poco más de vida, por favor.