Que peligrosa se vuelve la soledad, el silencio y la incertidumbre. Se cuentan en decenas las veces en que casi vuelvo a pecar y por orgullo y un poco de autoprotección, me niego a esa caída. Me pregunto a quién verán tus ojos, a quién soreirá tu sonrisa, a quién tocarán tus manos. Y por dentro me respondo esas preguntas, destrozando cada uno de los milímetros de mi corazón.
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