El cuerpo pasa el precio de las noches de dolor. La voz no sale como antes, los pulmones, cansados de respirar. El corazón golpea por inercia y los ojos ya no se quieren despegar.
Las piernas me cuentan todo lo que recorri; las rodillas, cuándo caí.
Los brazos no se quieren levantar, las sonrisas no se pueden fingir.
Los hombros no sostienen la capa y las manos ya no logran abrir las puertas.
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