Recuerdo el momento en el que lo conocí. Era un tren del que nunca me iba a querer bajar. El amor es así... Momento. Dije... AMOR? No, no, no. Mejor empiezo otra vez.
Lo vi, me vio, nos vimos. Recuerdo exactamente el color de sus ojos en ese momento, su pelo completamente peinado, su camisa, su pantalón, su sonrisa, su todo. Me acuerdo de exactamente todo. Supe en ese preciso momento que él iba a ser ese tren del que nunca me iba a querer bajar. Era perfecto, el chico ideal, mi tipo. O eso creí hasta que habló. Y cuando lo hizo, no me decepcionó, al contrario, me sorprendió. ¿Cómo algo tan distinto puede gustarle tanto a alguien? ¿Cómo el miedo puede ser tan apasionante? ¿Cómo terminar eso que nunca empieza pero que está ahí todo el tiempo? No sé alejarme, no sé acercarme, pero es incontrolable la necesidad. No entiendo cómo puede faltar algo que nunca tuve, pero, definitivamente, me falta.
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