Much as you
blame yourself, you can’t be blamed for the way that you feel. Had no example of a love that was even
remotely real. How can you understand
something that you never had. If you let me I can help you out with all of that. Let me love you and I will love you until
you learn to love again. Let me love you and all your trouble, don’t be afraid.
Let me help, let me love you and I will love you until you learn to love
yourself. Let me love you, a heart of numbness gets
brought to life, I’ll take you there. I can see the pain behind your eyes. It’s
been there for quite a while. I just wanna be the one to remind you what it is
to smile, I would like to show you what true love can really do. Let me love you- Ne Yo
Te repetís a vos misma que la culpa es tuya, que si las cosas pasan de determinada manera es porque te lo merecés, porque hiciste algo que lo justificaba, que lo justificaba a él. Pero, en realidad, las cosas no son así. No te merecés esa mala contestación, ni siquiera en las épocas difíciles. Esa fuerza contra tu cuerpo, tampoco. Si no hay marcas, no hay violencia, pensás. Ésto no lo vuelve agresivo, te repetís. Pero... creo que deberías saber que, de hecho, lo es. No hay nada que lo justifique, es ilógico que la mente nos repita continuamente que hay segundas oportunidades que otorgar cuando las segundas oportunidades nos la tenemos que dar a nosotros mismos, no a esa persona que te lastima. No sirve agachar la cabeza, esconderte. No sirve, tampoco, demostrarle al resto que para vos la situación está superada, ellos saben que jamás tendrías que perdonar esas cosas, pero lo justificás; y en ese intento, te empeñás porque el resto también lo haga, pero en el fondo, sabés que temen por vos.
Aceptás el primer grito, tolerás el abandono, hasta lo justificás - no le doy todo lo que necesita, pensás- perdonás el primer empujón, incluso el segundo. Hasta que llega el día en que te da miedo un simple movimiento, un acercamiento cualquiera, lo que sea. Ya no sabés qué es lo que puede hacerte. Aprendés a moverte ágilmente con tal de estar preparada para correr. Y, siempre pero siempre, sentís que la culpable sos vos.
Lo ideal sería darnos cuenta de estas señales instantáneamente. A veces, simplemente, no es posible. A veces, no te das cuenta, o no lo querés entender. Te da miedo permanecer como escapar. Si te quedás, corrés riesgos. Si te vas, te queda la misma incertidumbre.
Qué hacer. Qué no. Por qué a vos. Por qué con él. Terminás dándote cuenta que de lo único que vas a ser culpable es de dejar en sus manos tu destino. Y corrés, corrés con miedo, mirando hacia atrás y, al mismo tiempo, rogando esta vez ser fuerte y darte una nueva oportunidad a vos y no a quién, poco a poco, iba arrasando con tu mente, tu cuerpo, y que, afortunadamente, no pudo con tu vida.
Películas como Un lugar donde refugiarse te llegan, te emocionan e inspiran, incluso, para escribir las verdades más tristes.
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