jueves, 22 de mayo de 2014
Una tarde en la línea H
Por esas cosas de la vida, en el día de hoy- después de 3 hs rodeada de nenes que oscilan entre los 6 y 8 años-, quedé atrapada en medio de un paro gremial de la línea H de subte. A pesar de mi enojo porque esta medida era la causante de que llegara tarde a mi otro trabajo, me animo a rescatar algo: Siempre al subir al vagón, se produce una especie de lucha por conseguir un asiento. Dicho y hecho, salí vencedora en la batalla. Una vez ubicada en mi lugar, quedé rodeada de unos "orientales" - los llamo así debido a mi incapacidad para distinguir su procedencia básicamente: asiática-. Igualmente, esto no fue lo que me llamó la atención, a pesar de hablar en un código absolutamente desconocido para mi. Lo que sí captó toda mi atención fue cómo una señora, sentada "chica de por medio", empezaba a levantar la cabeza y volverla, luego, sobre un anotador, repetidas veces. Otro detalle, era su mano blanca con manchas negras. Sí, era carbonilla (o algo por el estilo). Pude ver cómo poco a poco iba dándole forma a una cara, pero no cualquier rostro, sino el de uno de estos amigos orientales. Luego de unos pocos minutos (sí, pasaron minutos sin que arrancara el bendito subte), la señora ya estaba enfrascada en otro dibujo: una pareja anciana que estaba a unos pocos pasos de nosotras. Pero no terminó ahí, la retratista que por placer dibujaba sobre su hoja, escondida y anónima, dibujó a otro de nuestros compañeros de viaje: un señor dormido frente a nuestro asiento. Me emocionó ver cómo podía retratar cada cosa que veía, cada detalle. Y, por otro lado, me angustió no tener esa capacidad. Más tarde, por fin en mi trabajo, me detuve a pensar que, quizás sí está en mi esa capacidad, aunque en potencia y para ser desarrollada de otra manera. Instantáneamente, recordé lo que me habían dicho: "Jamás enamores a un escritor, de lo contrario, quedarás retratada para siempre en una historia". Fue ahí cuando me di cuenta de que, quizás, yo puedo retratar mi mundo, lo que me rodea. Hoy retraté por medio de esto a esta señora, totalmente desconocida y que, en su mundo, logró robarle calladamente algo a los viajeros. Le robó su imagen así como yo le robo esta historia.
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