martes, 30 de diciembre de 2014

Deseos

Cada vez que el reloj nos muestra números repetidos (ej: 11.11, 22.22, etc) está la absurda costumbre de pedir un deseo. Lo mismo ocurre cuando dan las 00.00 del 1 de enero de cada año. En ese momento, todos consideramos que arranca un nuevo capítulo en nuestras vidas. Pensamos que "ahora sí" las cosas van a cambiar, o que tenemos una nueva oportunidad. Deseamos desde lo mas profundo que venga un año mejor.
Este año, apenas dieron las doce, supe que no iba a ser un año como todos. Para mí, había empezado mal. Aunque el mundo quiera convencerme de lo contrario, si a mi me dieran la opción de borrar un año, yo elegiría este. Porque aunque haya crecido como nunca, aunque haya aprendido muchas cosas y, por primera vez, me haya sentido adulta; lo sufrí en muchos sentidos. Como no tengo esa capacidad, creo que está bien que utilice todo a mi favor.
En la vida uno tiene su héroes. Desde siempre, los míos fueron mis dos abuelas y mi abuelo paterno del cual sólo tengo historias. Y este año, cuando se inmortalizó una de mis heroínas, no solo lloré, sino que aprendí. Es triste que momentos así nos hagan crecer, pero quizás esa haya sido la última batalla ganada de ella. Me dejó fuerte para mi familia y para mí misma. Y aunque duele, porque recién pasaron tres meses; ya sé cuánto ese cambio me marcó.
Y como si fuera poco, mi otra heroína, me enseño, en estos últimos días que en definitiva no soy tan débil y que por la gente que amo haría hasta las cosas que más me aterran.
Si me piden un resumen, diría que este año me dejó tristezas. Pero no puedo ser tan injusta. Este fue el año en el que más crecí, como si todo lo que aprendí a lo largo de 21 años, se hubiera materializado de golpe. Y mejor preparada, me animo a desafiar al destino y que en el próximo "00.00 de enero" sea él quien elija el deseo. Que la vida me sorprenda, en definitiva, todos estamos acá para perder y para ganar.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Sigo tirado, la vida no me sonríe, me da la espalda, se burla y se escapa. No la puedo retener.
Sigo tirado, tu boca ya no me habla, no susurra, no me asusta. No la puedo reanimar.
Sigo tirado, tus ojos de tango me indican el barrio donde este amor murió. Me indican que en el olvido me encuentro perdido sin tu corazón.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El cuerpo pasa el precio de las noches de dolor. La voz no sale como antes, los pulmones, cansados de respirar. El corazón golpea por inercia y los ojos ya no se quieren despegar.
Las piernas me cuentan todo lo que recorri; las rodillas, cuándo caí.
Los brazos no se quieren levantar, las sonrisas no se pueden fingir.
Los hombros no sostienen la capa y las manos ya no logran abrir las puertas.