martes, 21 de marzo de 2017

Confusión en todo el lugar. Esa era la lógica del local. Miradas necesitadas, personas espectantes. Todo era movimiento, todo menos yo observándote romper mi corazon y mi confianza. Una sonrisa, un gesto y yo con una explicación que reclamar. Explicación que se llenó de dolor, vacía de palabras.
Un movimiento rápido. Contacto. Piel con piel y después el suelo. Buen recibimiento para todas mis creencias. Buen recibimiento para una futura indulgencia. Y hoy seguimos intentando juntar los añicos de mi seguridad, uno a uno, como si hubiera solución. Hoy seguimos con la reacción a flor de piel, con la respuesta que nunca di, con el miedo de seguir, con el miedo de escapar y no poderme encontrar.
Confusión en todo el lugar. Esa era la lógica ante una contienda con un solo luchador. Miradas calladas, personas abiertas de par en par. Todo era quietud, todo menos yo alejándome de la próxima destrucción. Una sonrisa, un gesto y yo con la aceptación de esa situación. Situación que se gestó en todo el tiempo que pasó hasta hoy.

jueves, 16 de marzo de 2017

Su boca dibujó en mi espalda las alas que me faltaban para ser libre. Ser libre de él.
Sé que piensas marcharte, ya lo sé y no te detendré, haz lo que tu quieras. Sim embargo recuerda que yo estare aquí en el mismo lugar. Y si solo tienes ganas de hablar, con gusto escucharé. Y si él supo darte más amor, supo llenarte más que yo, claro que sé perder. No tienes por qué disimular. Esas lágrimas están de más. Si tienes que irte, vete ya. Sin embargo esperaba que te quedaras, pero el agua hay que dejarla correr. Mientras yo me tragaba palabras que no pude decir. Y si el viento hoy sopla a tu favor, yo no te guardaré rencor. Claro que sé perder. No será la primera vez. Hoy te vas tú, mañana me iré yo. Seré un buen perdedor, el mundo no cambiará... Alguien sin duda ocupe tu lugar. Franco De Vita- Un buen perdedor

viernes, 10 de marzo de 2017

Entendí las reglas del juego en la primera mirada de amor no correspondida. Aprendí la univocidad de mis sentimientos y la inconsistencia de los tuyos. Sometí mis creencias a cuestionamientos intelectuales por tu respuesta carente de aceptación. Creí verdad cada palabra vacía de las noches de adrenalina. Viví cada despedida como la última, como lo que es: un adiós sin promesa de hasta luego, un "mañana hablamos" sin contacto. Acepté tu oferta en una puja de precios que no puedo ni quiero pagar. Me convertí en el "peor es nada" de tus noches derrotadas.
Y sí, todavía duele el orgullo, todavía duele tu voz, todavía duele.

lunes, 6 de marzo de 2017

¿Por qué buscamos el par de la media? ¿Por qué le ponemos dos hielos a la coca? ¿Por qué partimos la naranja en dos? ¿Por qué el sendero se bifurca? ¿Por qué los animales subieron de a dos? ¿Por qué si pienso en "otro conmigo" pienso en vos? ¿Por qué no podemos usar solo una media? ¿Por qué un solo hielo parece no bastar? ¿Por qué no comemos la naranja entera sin divisiones o por qué no la partimos en tres? ¿Por qué el Cervantes del 79 no trifurcó el camino? ¿Por qué el diluvio nos unió? ¿Por qué no puedo pensar en mí si no es con vos?
Dos. Siempre dos. No usamos una "entera" en los pies. Bebemos un whisky on the rockS. Exprimimos el jugo de la media naranja. El camino a recorrer solo es uno, pero con la incertidumbre de "el otro era mejor"... y así con todo. Podría seguir explicando hasta el infinito, pero en el infinito no termina en dos, entonces no tiene sentido.
Dos. Dos o nada. Dos es todo. Y acá estoy sola. Acá soy nada.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Estamos dañados, corrompidos hasta el último milímetro de piel, hasta la última gota de sangre. Rotos sin parches que coser. Rotos con cicatrices infinitamente frescas. 
¿Qué nos duele? El corazón. ¿Cómo? Como duele el vacío. Es un dolor ahogado, una incomprensión absoluta, un "por qué a mí", una lágrima que esconder, un juego de ajedrez con un jaque mate por no ver. ¿Por qué? Porque fuimos débiles, porque no paramos el impulso, porque nos enamoramos de la mentira, porque "tener algo" es mejor que la incertidumbre. Por cobardes, por no creernos capaces de estar bien. Por ilusos, por no ver detrás de las máscaras. Por tibios, por jugar a lo seguro. Por miedo.
Y no me digan que no. La historia se repite una y otra vez. Estamos destinados a lo mismo por siempre, porque ya estamos dañados, rotos. Solo nos queda el miedo que nos sirve para alejarnos de lo que vivimos (pasado) y para alejarnos de lo que vivimos (presente)... Para aislarnos.
Diganme fría, tibia, inmadura, lo que quieran, pero no me van a poder decir otra vez que me rompieron el corazón, porque lo que está roto nunca vuelve a arreglarse; por lo menos, nunca será lo que fue alguna vez.