viernes, 10 de marzo de 2017

Entendí las reglas del juego en la primera mirada de amor no correspondida. Aprendí la univocidad de mis sentimientos y la inconsistencia de los tuyos. Sometí mis creencias a cuestionamientos intelectuales por tu respuesta carente de aceptación. Creí verdad cada palabra vacía de las noches de adrenalina. Viví cada despedida como la última, como lo que es: un adiós sin promesa de hasta luego, un "mañana hablamos" sin contacto. Acepté tu oferta en una puja de precios que no puedo ni quiero pagar. Me convertí en el "peor es nada" de tus noches derrotadas.
Y sí, todavía duele el orgullo, todavía duele tu voz, todavía duele.

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