domingo, 2 de diciembre de 2012

Hace dos años, quizás tres.. que vivo con esta absurda negación. Con la absurda negación de no abrir los ojos, con la estúpida idea de una realidad fetichista. Y me molesta haberme encariñado con la negación, duele aceptar que ya no se vive con ella. Creo que, igualmente, se vuelve peor por saber absolutamente todo y tener que aparentar no saber absolutamente nada.

El juego terminó, las fichas cayeron, y el tablero se manchó. Quién puede saber de quién es el turno para jugar; y más aún, quién sabe dónde quedaron los casilleros que me permitían avanzar.

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